Anoche soñé que te amaba,
¡nos fundimos al fin los dos!
Y la muerte ya no importaba:
ya no temía el adiós.
Yo veía el diablo feliz
y tus besos sabor regaliz:
eran amargos labios los tuyos
pero irresistibles tus murmullos.
Pero tus caricias delataron
mis ilusas mentiras de mi alma.
Pero nuestros labios se unieron
mi vida se terminó: el alba.
Anoche soñé que te amaba,
¡perdón por querer tu calor!
Anoche soñé que me engañaba,
¡perdón por negar la razón!
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