“¿Para qué vivimos?” Esta cuestión me la he planteado varias
veces y la he compartido con algunas personas, y suelo escuchar respuestas
distintas.”¿Tiene sentido nuestra existencia?”
Los seres humanos nacen y mueren constantemente y, queramos o
no, la muerte es inevitable. Dicho de esta forma, da la sensación de que la
vida no tiene sentido. Sin embargo, si fuéramos inmortales, ¿tendría sentido la
vida? Creo que, en ese caso, le quitaríamos valor a nuestra propia vida ya que
lo que nos hace disfrutar al máximo de ésta es precisamente la muerte, y si no
disfrutamos la vida, esta carecería de sentido. Es curioso, parece que no hay
vida sin muerte ni muerte sin vida (esto último, es obvio).
Otra cosa interesante es que puedes estar vivo pero no estar
viviendo: sólo cuando la muerte nos acecha nos entran ganas de vivir, pero ya
es demasiado tarde. Aunque todos sabemos que vamos a morir, sólo prestamos
atención a nuestra vida cuando ya se va a acabar, por ello debemos vivir la
vida antes de que la muerte se nos presente. Pero... ¿en qué consiste esto de
vivir?
La vida consiste en un conjunto de retos, superaciones y
obstáculos para conseguir un objetivo, una meta. En el trayecto que nosotros
recorremos para conseguir esa meta, vivimos. Distingo entre dos tipos de
objetivos:
- Objetivos determinados: son aquellos que se pueden
definir con claridad, y son posibles de alcanzar en su totalidad.
Ej:
Querer ser zapatero
Cuando
seas zapatero, alcanzarás el objetivo que te has propuesto totalmente, no
puedes ser
“medio
zapatero”.
- Objetivos
indeterminados: son aquellos que no se pueden definir fácilmente, porque
suele
entrar en
juego la subjetividad. Además, no son posibles de alcanzar en su totalidad.
Ej:
Querer ser buena persona
Por
un lado no es posible definir de forma concisa lo que es una buena persona, ya
que es
algo muy
subjetivo. Por otro lado, siempre podrás ser mejor persona, aunque ya lo seas,
por
lo que es
imposible alcanzar ese objetivo.
Los
objetivos indeterminados suponen una búsqueda y superación de éstos, es decir,
nunca
pararemos
de acercarnos a ese objetivo en toda nuestra vida.
Una vez alcanzado un objetivo determinado, es necesario
marcarse otro (ya sea determinado o indeterminado), y así sucesivamente. De esa
forma, creamos nuestra propia vida, disfrutamos (o sufrimos) nuestras propias
experiencias y tenemos nuestra propia identidad.
Tal y como dice J.D. Salinger en su libro El guardián
entre el centeno: “Lo que distingue al hombre inmaduro es que aspira a
morir noblemente por una causa, mientras que el hombre madura aspira a vivir por
ella”.
Pero vamos a ver, después de todo este rollo, ¿la vida tiene
o no sentido? Pensaréis. La respuesta es que nosotros damos sentido a nuestra
vida, marcándonos objetivos y ambiciones a lo largo de ésta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario